Muchas veces, se oye hablar del calentamiento global y sus consecuencias para el planeta. Sin embargo, la gravedad de este problema no ha alcanzado el nivel de conciencia real que representa para la humanidad hoy en día. En alternancia con el desastroso resultado que significa para las futuras generaciones de este mundo, actualmente los niveles de aumento de la temperatura del planeta se encuentran en franco crecimiento. Según estudios de la Organización de Naciones Unidas, las proyecciones expresan un aumento agravante de las mediciones de temperatura, entre 1,4 y 5,8 Cº, para el 2100, obteniéndose de esta manera estimados índices inquietantes de extinción de especies, desaparición de grandes capas de hielo, así como la perdida de vidas humanas a razón del cambio climático, y de los millones de refugiados que supone la elevación del nivel del mar, invadiendo grandes territorios y poblaciones.
Sin duda, el fenómeno del calentamiento global es de interés general de cada uno de los seres humanos habitantes de nuestro planeta tierra, y como tal, este asunto debe ser tratado por la sociedad mundial. Existen mecanismos para enfrentar el tema, como es el caso del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, adscrito a la ONU, o de los distintos grupos ecológicos que actúan a escala internacional, pero resulta indispensable que esta problemática sobrepase los canales regulares, administrativos, políticos y teóricos que abarcan las instituciones de orden meramente jurídico, académico y representativo, y por lo tanto pase a ser tema prioritario de la sociedad en su conjunto. Se reconocen esfuerzos como el del protocolo de Kyoto, tratado suscrito en Japón por los grandes países industrializados en 1997, para reducir la emisión de gases invernadero, pero que se han vuelto parcialmente ineficaces, al no ser ratificados por países como los Estados Unidos y Australia, que resultan claves en este proceso de reducción contaminante. Específicamente en el primero de estos, ya que la industria norteamericana representa en todo caso el mayor emisor de gases invernadero a nivel mundial, seguido por China.
Quizás, la renuncia de algunos países a disminuir su producción industrial, basados en el impacto desfavorable que esto tendría en su economía, no les ha permitido visualizar que, un estado económico más fuerte es aquel que invierte en la calidad de vida de su sociedad, ya que de nada sirve un múltiple de ganancias con un planeta venido a menos. Además, en la actualidad existen formas de reformar los viejos hábitos y tecnologías con inversiones mínimas, que a medio plazo se revalorizaran en el mercado, para ajustarlos a la realidad de un nuevo siglo que exige mayor voluntad política, contribuciones y menor daño a nuestro ecosistema.
De una u otra manera, el mundo se encuentra en una etapa crucial en su historia, cuando vemos recientemente, por ejemplo, como el glaciar Perito moreno en la argentina se resquebraja en pleno invierno, como huracanes como Katrina devastan ciudades en USA o como las especies van desapareciendo de sus hábitats naturales. Son signos claros de alarma que el planeta nos muestra día a día, y por los cuales, como moradores de este gran hogar llamado Tierra, debemos atender en virtud de la protección y mantenimiento de nuestro sistema ambiental. Porque absolutamente todo a nuestro alrededor es el ambiente... desde la primera inhalación de oxigeno que realizamos al nacer, hasta la ultima que se exhala al morir.